Así como la ventana es un invento relativamente reciente, e incluso inexistente en algunas culturas antiguas, la puerta es un elemento casi permanente en la arquitectura, tanto en Oriente como en Occidente, aunque con criterios sociológicos, culturales y defensivos diferentes.

En cuanto al material empleado, la madera ha sido desde el inicio de los tiempos el material más adecuado para su construcción, debido a su resistencia a la par que ligereza, a su accesibilidad y a su fácil labrado. Como excepciones, se conocen los casos de la civilización minoica que, por escasez de madera, empleó sólidos tableros de yeso o la arquitectura monumental, con sus puertas de bronce, que ha permanecido hasta la actualidad. 

A continuación, recopilamos en un repaso histórico desde Mesopotamia hasta el siglo XX la evolución que han ido experimentando las puertas:

Las puertas de las civilizaciones mesopotámicas 

La casa sumeria constaba de habitaciones rectangulares alrededor de un patio con una abertura en el techo a través de la cual penetraba la luz y el aire, solo comunicado con la calle por mediación de la puerta sin ninguna ventana al exterior. 

Las puertas egipcias

Egipto nos ha dejado diferentes modelos de puertas, todas procedentes de tumbas y conservadas actualmente en el Museo de El Cairo. La puerta más ancestral es la de una tumba en honor de Iyka del año 4500 a.C. y la de Hesiré datada en el 2700 a.C. En relación a las llaves y cerrojos su origen es conocido por dibujos y jeroglíficos. Contaban con dimensiones superiores a las actuales, penetraban a lo largo de la medida de un brazo y el cerrojo se accionaba a modo de palanca. 

La puerta en La Biblia

En el Antiguo Testamento aparece una primera referencia a las puertas a raíz de la construcción del Templo de Jerusalén en tiempos del Rey David: “Preparó también David hierro en abundancia para la clavazón de las hojas de las puertas y para las grapas, incalculable cantidad de bronce y madera de cedro innumerable”. El templo fue construido finalmente por su hijo Salomón (1000 a.C.) y en el libro sagrado queda reflejado que “hizo a la entrada del santuario una puerta de dos hojas de madera de olivo silvestre y otras de ciprés”. 

Por su parte, en el Nuevo Testamento (siglo I d.C.) hay numerosas citas sobre las puertas pero su significado está más vinculado a lo simbólico, ya que se refleja un carácter de protección y seguridad: “No me molestes, la puerta está ya cerrada y mis hijos y yo acostados”. (LC 11 5-7)

Las puertas griegas y romanas

De las civilizaciones griegas y su relación con las puertas quedan muy pocas referencias. En la obra La Odisea aparecen las llaves largas con cerrojos de madera y rotación de palanca que surgieron de los egipcios. De los romanos proviene la puerta plafonada, tal y como la conocemos hoy en día, aunque se piensa que tiene orígenes etruscos y griegos. El tablero del plafón estaba compuesto por tablas grapadas. A partir de la arqueología no ha sido posible reconstruir cómo cerraban los huecos las casas romanas, pero como curiosidad sí se conoce que los romanos llamaban a la puerta con el pie. 

La puerta entablada del periodo medieval

La puerta más común de la Alta Edad Media, la puerta entablada, donde las tablas van unidas mediante elementos transversales clavados, ya sean metálicos o sean de madera. En muchos casos se conserva el refuerzo de la llanta metálica. El abundante uso de la madera y su basto labrado se daba al hecho de que, especialmente en las puertas exteriores, la función principal de las mismas era la de proteger en una sociedad agresiva. Por ello, se trataban de puertas muy sólidas. 

Las puertas castellanas del Renacimiento español

Con la llegada del Renacimiento, se va extendiendo la costumbre de instalar las puertas apeinazadas. Los peinazos son largueros o travesaños que dividen el paño. Se trata de la puerta española por excelencia. De hecho, su colocación en el Monasterio de El Escorial con 1200 unidades o su aparición en las obras de los pintores españoles del siglo de oro, como Diego Velázquez o Francisco de Zurbarán, demuestran su aplicación, en un inicio, como elemento decorativo. Por lo tanto, en un origen la puerta apeinazada fue una puerta noble, relacionada con la alta alcurnia, aunque más tarde sus connotaciones cambiarían.

Nuevos estilos a principios del siglo XX

Los nuevos estilos, denominado como Modernismo en España o Modern Style en Inglaterra, suponen cierta recuperación de la conocida como carpintería tradicional que trabaja con madera de carácter artesanal. El arquitecto más importante de la época posiblemente es Antonio Gaudí, por su influencia y su trayectoria en el arte. Asimismo, en estos estilos, la puerta plafonada mantiene su estructura, siendo el plafón el que mantiene la ornamentación, bien naturalista o geométrica de cada periodo artístico.